Descripción
El maestro que olvida el cometido personal de buscar la excelencia descuida la verdad, ejerces principios incorrectos y no practica autodominio, pierde toda autoridad para sembrar en la mente y en el corazón de sus alumnos la prioridad de desarrollar las cualidades de la virtud como son el amor, la misericordia, la pureza, el perdón, la castidad. La amistad, la devoción, la caridad, la humildad y la conducta prudente.
No se puede enseñar la bondad, sin ser bondadoso; la honradez, sin ser honrado; el pendón sin perdonar; la humildad, sin ser humilde; la excelencia, si escrutar nuestra integridad, sin obediencia, sin vivir principios correctos; la rectitud, sin reflejar buen ejemplo; la sinceridad, siendo mentiroso; el arrepentimiento, siendo de ojos altivos; el respeto, cuando somos indignos de confianza; la paz, cuando se tiene espíritu de contención; ni resolver problemas, cuando se es injusto, receloso y de malos modales.






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